Licenciada Adriana Lisondo

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La  pregunta tan común que alguien puede hacerse: ¿Por qué no lo deja si tanto la lastima?, ¿Qué la retiene en esta situación?

 

 En el devenir de la relación de pareja, puede suceder que la necesidad de apoyo y comprensión vaya deslizándose hacia una posición subjetiva de profunda dependencia hacia el varón y que, como consecuencia, la mujer se sienta incapaz de afrontar la vida por sus propios medios.

Si esta dinámica se va consolidando, el riesgo que se corre es el de necesitar de esa relación para no sentirse a la deriva, pudiendo generarse entonces la posibilidad de no poder defenderse ante un compañero violento.

 

Este es el momento en que se encienden las luces rojas de ¡peligro! ante la posibilidad de que se instale una tendencia a la victimización que lleve a la mujer a callar y a soportar todo tipo de humillaciones, descuidando sus propios intereses e inquietudes y encerrándose en la pareja a medida que se va aislando de sus vínculos con el exterior. Es posible que deje de frecuentar a sus parientes, amigos, lugares de recreación y esparcimiento, y que sus familiares desconozcan lo que está aconteciendo ya que ella, por miedo a su pareja, tal vez elija no confiar en ellos. Aunque suene paradojal muchas veces ella cree “ser única para él” dado que “él la necesita” o bien  que “nadie la querrá como él”.

Este discurso aparentemente del amor - que puede estar expresado verbalmente de esta manera o bien puede estar silenciado- encubre  una relación muy compleja y difícil de abandonar y, lo principal a tener en cuenta, es que si sus familiares o quiénes deseen ayudarla niegan  esta realidad clínica y quieren a toda costa salvar a esta mujer sin que ella lo pida, corren  el riesgo de angustiarla aún más, o de transformarla doblemente en víctima, del marido y de las  buenas intenciones; redoblando así su aislamiento. A  lo largo del tiempo que duran estas relaciones,  que muchas veces terminan en la sección policial  de los diarios,  estas mujeres van sufriendo  un proceso de despersonalización y su autovaloración se ve seriamente comprometida.

¿Qué hacer en estos casos?

Como profesionales de la salud  invitamos a la mujer  a poder compartir su dolor sin miedo a ser obligada a realizar acciones para las que aún no está preparada, ayudándola a que pueda empezar a confiar en el otro, con lo cual ya se habrá dado un importante paso hacia la posibilidad de una salida. La palabra, el hablar de lo que le pasa, el dirigirse a otro que la escuche, la sostenga y la respete sin emitir juicio de valores, puede ir creando un espacio propiciatorio para cambios futuros. Los siguientes pasos en el camino de la cura, consistirán en la búsqueda en cada subjetividad del camino para elaborar la verdad  que se oculta detrás de la sintomatología,  preparando el terreno  para la recuperación  de su  salud emocional.

Licenciada Adriana Lisondo 
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